La desolación provocada por la contemplación pasiva y distante de el basurero es la misma que la del campo de batalla. En ambos casos existe la misma razón inerte, la identidad y la suprema austeridad de los elementos. En definitiva algo muy importante para comprender el estilo punk: la ausencia. Su discurso, a diferencia del izquierdismo, defendía la inexistencia de futuro alguno, la ausencia de alternativa a la destrucción. Por ese motivo, el punk buscó generar reflexiones en el ahora, porque ese ahora era el único posible y porque el mañana era una posibilidad incierta.

 

El estilo punk, sobre este aspecto, mantenía una tradición surgida en el terreno del arte desde la década de los cincuenta. La constatación de un futuro incierto, cuando no la crónica de una muerte anunciada, impuso a las expresiones en el arte, en ese terrorismo artístico que se llamó “vanguardia”, un campo de actuación circunscrito exclusivamente a lo efímero del tiempo y la vida. Ese “ahora” era el territorio sobre el cual se desplegó el jazz, la pintura de Pollock o el nomadismo de Kerouack.

 

A ese lenguaje propio del predicador solitario y sin iglesia que deambula gritando: “el fin del mundo esta muy cerca” el estilo punk le puso banda sonora. Musicalizó la estética del desastre que giraba en torno a la idea de que llegado el momento, contaríamos nuestra historia, como el hecho de que “no hubo escape” porque “el poder militar terminó en caos” ( “caos final” MG-15,1984).


Todo ello a lo único que evoca es a la nada, que en el terreno urbano se traduce en la desolación del descampado o del edificio en ruinas. El color grisáceo parece ser la única pintura imaginable cuando ya solo quedan escombros. Precisamente, negro, blanco y gris fueron los colores del punk, a pesar de sus coloridos inicios. El punk se observó a si mismo como paseante de su propia miseria.

 

La cubierta del grupo Escorbuto Crónico la chusma no se rinde, mostraba a la banda sobre los escombros de un gran solar. Esa soledad estaba hablando. La foto impide ubicarla en una época concreta o en un lugar determinado. La atemporalidad es subvertida con la aparición de los miembros del grupo. La imagen está más cerca de la visión postapocalíptica y futurista como Mad Max que de la cubierta de un vinilo pop. La ruina por lo tanto implica un concepto más intimo que tiene que ver con el vacío, el no-lugar, y con la ausencia.


La ruina, igualmente, trasciende al mundo actual. Llevada hacia un terreno existencialista, plantea un debate acerca del ser humano y el mundo que ocupa, capaz de convertirnos en “un verdadero hombre de ninguna parte, sentado en su tierra de nadie, maquinando sus planes para nadie”(john Lennon y Paul Mcarthney en “Nowhere Man”). Pero ahora debemos fijarnos en otras cuestiones acerca del territorio.

 

El descampado o el solar son vestigios de un pasado que se esfuerza por ser borrado como últimos recuerdos que nos incitan a considerar que, allí hubo algo que fue destruido. En ese combate los escombros son la memoria  viviente de una gran derrota que, en el caso que nos ocupa, es el de una ciudad que pereció para que emergiese otro escenario, pero también el de un estilo que se volvió desecho y ruina. El desecho es una ciudad decadente, devaluada, no solo en su apariencia física, sino en su vida, y que ha sido convertida en rastro de si misma o en espejo de la propia miseria humana, el mismo escenario que en la cubierta del single Destruye de Familia Real, en cuya portada la banda posa alegremente con el telón de fondo de unas casas devastadas.


No olvidemos, un recurrente tema fue la catástrofe provocada por el ser humano con fuertes implicaciones en el campo político y económico, es decir, la guerra. Temas punks en torno al nihilismo y la tragedia de la guerra se recogen en “Matar o Morir” de Decibelios(1984) o “Destruye y mata” de Desechables(1983), entre muchas otras.


Llevada hasta su extremo en el estilo punk la catástrofe es la misma sociedad, y ello porque el barrio y la comunidad, en una palabra, la vida, han sido violentamente borrados de la cartografía urbana, pero también de los recuerdos. Éste es el sentido del caos para el punk puesto que plantea una gran crisis civilizatoria.

Las ruinas se muestran como heridas. Su imagen es casi una agresión y, sin duda alguna, desagradan ante la visión de los relucientes centros comerciales y de las amplias y ordenadas avenidas metropolitanas. Y ello porque nuestra civilización se esfuerza por no dejar restos, aunque si rastros. En el aspecto urbano, las ruinas son fugazmente borradas porque hablan de algo que sucumbió y en la urbe todo debe ser vivo. No obstante, “a pesar de esta voluntad persistente, la ruina siempre retorna y, al no encontrar sitio en el mercado, se convierte en presencia que arremete y amenaza”.(Lurdes Martínez, “la experiencia arruinada”).

ESTETIZACIÓN DE LA GUERRA

 

El punk utilizó mucho la estética del guerrero y mas concretamente del campo de batalla en sus trabajos. El campo de batalla a su vez implica dos conceptos distintos. El primero sería el de los combatientes que se baten y los efectivos militares sobre el terreno. En este primer , la imagen aun está viva, y sobre esta podemos ver todos aquellos cañones metalizados y artefactos que exaltase el futurismo. Es mas, se percibe el aura del combatiente como paso previo a la consideración máxima del discurso guerrero que no es otro que la calificación de “héroe”. El motivo residía en que los futuristas consideraban “desacreditada e impropia de este siglo la hipótesis de la fusión fraternal de los pueblos, y no admitimos más que una higiene para el mundo: la guerra”. En palabras de los futuristas, la guerra “es nuestra única esperanza, el móvil de nuestra vida y nuestro anhelo más ferviente[…]¡Si, la guerra contra ustedes, que mueren lentamente, y contra todos los muertos que obstruyen el camino!”(Marinetti).

En un segundo momento, las cosas parecen haber cambiado radicalmente, porque la velocidad, el furor y el vitalismo destructivo típicamente futurista han desaparecido para dar paso a la muerte. Bajo este aspecto aún se podría extraer la lección moral que nos lleva a la tradición cristiana del sacrificio y el martirio por los demás, por algo superior. El soldado muerto sería el hijo caído. Igual que Jesús que daría su vida por nosotros, el soldado es nuestro hijo que ha sacrificado su vida(bien individual)por nosotros(bien colectivo).


Podemos adelantarlo ya: el estilo punk no pretendía mostrarnos esto sino justo lo contrario, exhibiendo pornográficamente la decrepitud del soldado muerto, cuando no el expreso patetismo de la escena. Los cuerpos de los soldados son pobres. No hay heroicidad alguna por el cadáver que fallece por algo tan abstracto y lejano para el estilo punk y su lirismo anárquico como la “nación”. El soldado desconocido era una simple instantánea de alguien sin nombre aunque con bandera, pero ¿para que o quien luchaba? Resultaba absurda una respuesta que ofreciera algo que apuntase a despejar la duda de la inmensa crisis civilizatoria.

The Samples, en 1982 editaría el ep Dead hero en cuya cubierta se ve una pareja de soldados que, en postura de tedio, ven pasar sus vidas frente a ellos. La historia, lejos de ser ellos los protagonistas, se les escapaba, se alejaba, era imposible su aprehensión. Las imágenes, se arrojan como si fueran metralla, y reflejan la injusticia cometida con el soldado desconocido.


Envueltos en dolor y convulsiones

Caen al suelo acribillados

Cientos de hombres sin nombre,

Cientos de cuerpos mutilados[…]

No hay cruces ni oraciones.

Enterrados en el olvido, sin medallas ni oraciones.

Carne para alimentar el suelo.

Despojo para el saqueo.

   MG-15, “Genocidio”(1984)

 

La diferencia fundamental entre la estatización de lo bélico, entre futurismo y punk es evidente. Para los futuristas, la guerra era necesaria, sana y purificadora. Era en definitiva, “la higiene del mundo”, cuya estética excitaba, fundía a los hombres en el aferrarse a la vida en la lucha por sobrevivir. Para el punk en cambio la guerra era el más atroz resultado de la violencia organizada. El punk reconducía la imagen del campo de batalla dentro de los tradicionales conceptos artísticos de lo hermoso y lo horroroso. Pero ese horror cumplía una función estética innegable al presentar la belleza de la catástrofe y al ilustrar visualmente una música que expresa la urgencia ya consumada del desastre.

 

Puede ser el americano, o quizás el japonés

Puede ser el ruso, o el español tal vez

Ha llegado el momento, de la destrucción

Pueden ser los chinos, y los ingleses también

Pueden ser los negros, vete tu a saber

Ha llegado el momento, de la destrucción

Puede ser cualquiera, cualquiera puede ser

pueden ser ellos, ellos también

Ha llegado el momento, de la destrucción

Ya llegó, ya llegó...

es el fin, al fin

es el fin, al final

es el fin, nuestra muerte

Ya llegó, ya llegó ...

es el fin...

es el fin, al fin, nuestra muerte

es el fin, al fin, el fin.

Eskorbuto, “ha llegado el momento, el fin”


La belleza de la estética de guerra está presente en numerosas bandas punk. Siendo esto un intento por desarrollar un hiperrealismo visual en lo que respecta a la violencia global, no solo local(policial).De una u otra manera se respondió a un proceso surgido en los años cincuenta con el reiterado miedo a la Gran Bomba, al desastre nuclear total. Por primera vez la humanidad concibió la posibilidad de exterminarse a si misma y no solo eliminar al enemigo. El individuo recibió de repente la información de que era posible matarse matando. La amenaza ya no era la opresión o el totalitarismo por el que tanto habían luchado sus padres, sino la posibilidad cierta de la autodestrucción. El punto de partida de este discurso fue un crucial y dramático acontecimiento: Hiroshima.


Ante la amenaza de que un error de calculo podía acabar con sus vidas, y, ante una sociedad que desde finales de los cincuenta habia sido mecenas de una industria del ocio, y por lo tanto del tiempo “libre”, el estilo punk con frecuencia expreso su negación a vivir, dotó de otro contenido el lenguaje establecido, negarse a vivir era tambien la aspiración por otra vida pasada o futura. Era ensoñación y desprecio. Era muerte pero también vida, y su raíz pasaba por este rechazo a la estatización bella y falsa a la vez que se hacia de la vida porque, al fin y al cabo el punk sentía que su actividad esta “vuelta contra el mismo, es independiente de él, no le pertenece”(Marx)para verse finalmente “arrojado a la vida”(Sartre/Heidegger).

Aquí van unas cuantas portadas más en relación con el tema abordado.







No hay publicaciones.
No hay publicaciones.